-Sí. Esta maldición dice que si una de nuestras familias no tiene el pergamino, los problemas empeoraran, y los otros saldrán más beneficiados. Una maldición que nos llevará durante años.
-Entonces, si se divide en dos partes, todos sufriréis.
-Sí, por eso necesitamos recuperarlo.
-Pero la solución no es esa. Si uno lo tiene, el otro sufrirá y al contrario. Lo único que hay que hacer es quemar las dos partes.
-Sí -afirmó Sakura-, y la maldición se romperá.
-Sí que es verdad -dijo Satoshi-, pero quien tenga los pergaminos saldrá ganando más que nadie.
-De eso no se trata, ¿quieres que los demás sufran mientras tú te ríes de ellos? -preguntó irónicamente Naruto.
-Lo prefiero antes de que los otros me ordenen.
-Pero si los quemamos nadie ordenará a nadie.
-Ya... no me convence.
Y de repente, Satoshi huyó. Sabía dónde se encontraban los pergaminos. Había visto el mapa. Y según dijo Masato, Satoshi se dirigió hacia la cueva.
-Tenemos que seguirlo -dijo Masato.
Pero Naruto ya se había adelantado y les llevaba unos cuantos metros.
-Señor Masato, Sakura y Sai, seguidle. Después os alcanzo.
-Está bien, vamos.
Kakashi los vio alejarse y se dio media vuelta. Se dirigió a la parte derecha de donde se situaba. Había conseguido la llave. Mientras Satoshi explicaba la historia, Naruto le entregó la llave del kunai.
Seguidamente, Kakashi cogió la llave y la introdujo detrás de un cuadro. Detrás del cuadro donde encontró el mapa. Allí estaba la cerradura. Giró la llave y salieron unas escaleras que le conducirían al sótano. Bajó las escaleras. Se encontró con una sala muy grande. Y también con una celda en la que estaba un chico.
-Hola, ¿cómo te llamas?
-Ryûma. ¿Tú quién eres?
-Soy Kakashi. Hemos venido a ayudar a Masato.
-¿Os habéis encontrado con Satoshi?
-Sí -dijo mientras le sacaba de la celda-. Nos ha contado lo que ha pasado. ¿Entonces es verdad que Masato robó los dos pergaminos?
-Así es. Pero Satoshi intenta robarlos. Masato ya tenía la intención de quemarlos.
-Venga, salgamos.
-¿Dónde se encuentran?
-Satoshi ha ido a la cueva. El señor Masato y tres chicos han ido a buscarlo. Lo que me preguntaba es que Masato dijo que él era el protector del pergamino. Pero no era la verdadera historia. Después de saber la que nos ha explicado Satoshi, supongo que Masato no es el protector de los pergaminos.
-No, en efecto. Soy yo. Soy el nieto del amo del pergamino.
-Sí, lo suponía. ¿Y la maldición del dragón?
-Sí, es un genjutsu. Quien haya tocado el pergamino o los que estén envueltos en la familia del que lo ha tocado sufrirán un genjutsu. Este no provoca dolor, pero si es de muy larga durada, ilusionando al afectado o provocando tristeza.
-Ya veo, y es difícil de deshacer.
-Sí, si te deshaces, el dragón intentará de nuevo el genjutsu, y así repetidamente.
-Esto quiere decir que la única solución es quemar los pergaminos, como se había dicho anteriormente.
-Sí, y nadie sufrirá. Pero hay que tener cuidado con quemarlo. Mi padre lo intentó varias veces pero no pudo. Se requiere una barrera alrededor de los pergaminos, y hacer un jutsu de fuego para quemarlo.
-Está bien, yo tengo la Gran Bola de Fuego, y os ayudaremos con la barrera. Vamos hacia la cueva.
-Sí.
Kakashi y Ryûma se dirigieron hacia la cueva. Bastante más adelante, en la cueva ya, Naruto y los demás se encontraron con Satoshi.
-Satoshi, detente. No los puedes coger, si lo haces, los demás sufrirán.
-¿Y a mí qué? -preguntó Satoshi.
-¡No te dejaremos que sigas! -exclamó Masato lanzando varios shuriken.
-Con eso no me detendrás.
-¡Multiplicación oculta de cuerpos!
-Aah! -gritó Sakura.
Cuando Naruto hizo su jutsu, Sakura los saltó y fue directamente hacia Satoshi con su puño bien preparado. Satoshi lo esquivó, pero no el Rasengan que Naruto hizo inmediatamente. Acto siguiente, Sai utilizó su tinta para dibujar unas serpientes y atrapar al enemigo. Y así sucedió. Ahora, Satoshi estaba en el suelo sin oportunidad de moverse.
-Bien hecho, chicos -dijo Masato, y se dirigió a Satoshi:-. No tienes la llave, ¿cómo pretendías llegar a los pergaminos?
-Con un jutsu secreto.
-¿Cuál?
-No es de vuestra incumbencia. Ahora ya me tenéis. Ya podéis quemar los pergaminos.
-Sí, vamos.
-Yo me quedaré aquí -dijo Sai-. Ahora nos vemos.
Masato, Naruto y Sakura fueron por los pasillos hasta encontrar los pergaminos. Masato los cogió y volvieron siguiendo los mismos pasos, hasta llegar con Sai, al que se le unió Kakashi y Ryûma.
-Veo que has conseguido salir.
-¡Ryûma! ¿Qué haces aquí?
-Me han sacado. Satoshi me había encerrado en el sótano de su casa. Pero ya estoy bien.
-Me alegro, y lo siento por mentiros chicos. No sabría cuál sería vuestra reacción.
-No pasa nada, viejo -dijo Naruto-. Sólo querías proteger los pergaminos. Y ahora falta quemarlos.
-Sí, pero no será muy fácil.
-¿Por qué?
-Se necesita una barrera y a la vez quemarlos.
-Ya le he dicho que haremos la barrera y yo haré el jutsu ígneo. Vamos afuera.
Todos, incluido Satoshi salieron, aunque éste con las serpientes que lo ataban.
-Bien, Naruto, Sakura y Sai, tendréis que hacer la barrera junto con Ryûma. Yo me colocaré dentro para quemar los pergaminos.
-¿Y qué tenemos que hacer?
-Tenéis que concentrar vuestro chakra en las palmas de las manos -dijo Ryûma-. Vamos, cuando diga ya, lo hacemos. Señor Masato, usted quédese al lado de Satoshi y que no escape.
-Está bien.
-Un, dos, tres, ¡ya!
Los cuatro que hacían la barrera concentraron su flujo de chakra en las palmas de las manos mientras se quedaban quietos concentrados. Kakashi esperaba a la orden de Ryûma para su jutsu.
-Vamos Sai, no bajes.
-...Sí -dijo cansado.
Estuvieron un buen rato hasta que apareció un dragón que hizo deshacer la barrera.
-¿Qué era eso? -preguntó Naruto.
-Es un dragón, la maldición os está engañando. Vigilad y resistid. ¡Otra vez!
Volvieron a intentarlo y esta vez la barrera se agrandó. Kakashi recibió la orden y quemó los pergaminos. Y se detuvieron.
-Se acabó -dijo Naruto.
-Sí, bien hecho. Esperad, ¿y Satoshi?
-Ha huido -dijo Masato-. Me ha golpeado y ha aprovechado cuando estabais concentrados.
-No por mucho tiempo -dijo un segundo Kakashi.
-¿¿Ehh?? -se agobió Naruto-, ¡lo que faltaba! ¡Dos Kakashis, no!
-Aah -también Sakura.
-Perdonad chicos por vuestra reacción... -se depricmió Kakashi-. Hice un clon por si escapaba.
-¡Bien pensado!
-Ahora sí que se acabó.
-¡Noo! ¡Los pergaminos deberían haber sido míos!
-Cállate -dijo Masato dándole un golpe.
Todos se dirigieron al pueblo de Masato. Ya se había acabado.
-Bueno chicos, gracias por todo, de verdad.
-Sí, muchas gracias -les agradeció Ryûma-. Nos habéis ayudado a solucionar un problema que llevábamos durante años y que ha provocado muchas muertes.
-No hay de qué. ¡Gracias a vosotros por ayudarnos! Ya podéis vivir en paz.
-Ya nos veremos. ¡Adiós!
Naruto, Sakura, Sai y Kakashi volvieron a la villa igual que regresaron, pero con un problema menos, o eso al menos creían.
-Sakura, ¿vienes al Ichiraku?
-Está bien. Sai, ven tú también.
-Ahh -susurró Naruto-. Ahora que tenía una oportunidad.
-¿Y a mí no me invitáis?
-Claro que sí, Kakashi-sensei. Pero te lo pagas tú.
-¡Entonces eso no es invitar!
-¿Vienes o no?
-Sí... -se deprimió otra vez-. Ya voy...
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