Naruto sintió un escalofrío. Estar en medio del bosque, a
oscuras y en silencio le provocaba algo de miedo. Llevaba más de diez minutos
esperando. Sakura, Sasuke y Sai lo habían citado allí pero ninguno aparecía. El
silencio de las hojas era interrumpido por ligeros ruidos que Naruto era capaz
de captar, aunque no el sitio concreto de dónde venían. Era el eco de las
sombras. Uno le parecía que provenía de la izquierda, otro de la derecha y otro
detrás de él que no lo era cuando giraba todo el cuerpo rápidamente.
Soplaba el viento, ahora más intensamente. De repente, el
contacto directo de algo contra el suelo hizo sobresaltar a Naruto y lanzó un
kunái hacia ese lugar. Se dirigió hacia allí y le había dado en la parte plana.
La de una piedra. Seguidamente lanzó otro kunái hacia el lado opuesto, corrió
de nuevo y se encontró con otra piedra. No sabía qué estaba sucediendo pero
aparte del temor, sintió ganas de pelear con lo que sea que allí se encontraba.
Algo grande se asomó a lo lejos. Una cosa de color blanca y
negra. Se fue acercando poco a poco y Naruto se posicionó con un kunái en la
mano delante de él preparado para luchar. Cuando esa cosa se dejó ver, Naurto
no dio crédito a lo que ocurría. Era un león. No. Más de uno. Cuatro leones más
llegaron colocándose a los lados del primero.
-Serán cinco contra cinco –dijo Naruto antes de utilizar la
técnica-. ¡Kage Bunshin no Jutsu!
Los leones fueron corriendo hacia Naruto y él y sus cuatro
clones pelearon. El verdadero Naruto le dio con el kunái a uno de los leones y
éste desapareció: tinta. Los demás también pero unas serpientes cogieron de los
pies a los clones y los estrujaron hasta desaparecer. De repente salió delante
de él un payaso.
-¡¿Qué?! –Naruto se quedó boquiabierto.
El payaso vestía un luminoso arlequín. Se fue acercando a
Naruto. Pudo deshacerse de la serpiente pero algo lo agarró por detrás. Giró la
cabeza y se encontró una cara con arañazos y sangre. Gritó de inmediato. Volvió
a girarse y se vio con la cara totalmente blanca aunque con la nariz roja del
payaso.
-¡Ahhhh! ¡¿Qué?! ¡Noo! –estaba desesperado y no podía
escapar, la fuerza de la chica que la agarraba era bestial-. ¿Qué queréis?
¿Quiénes sois?
En seguida dejó de sentir esa fuerza y con el puño golpeó al
payaso en el estómago que salió disparado hacia los árboles. Dio media vuelta y
unos pasos más para saber dónde estaba la chica pero se llevó una alarmada
sorpresa:
-Hola –dijo Sasuke colgado con la cabeza boca abajo.
-¡Aaahhhh! –Naruto cayó al suelo del susto y se quedó
mirando a su amigo. Era Sasuke colgado del revés gracias a una rama de árbol.
-¡¿Qué haces tú aquí?! –Naruto estaba físicamente
paralizado.
Sasuke se dejó caer con los pies al suelo. La chica con
arañazos ensangrentados en la cara se fue acercando. Llevaba puesto un vestido
rojo con capucha. A Naruto no le gustó:
-¡Cuidado, Sasuke! Atrás si no quieres salir herida.
El silencio desapareció con la carcajada de la chica,
Sakura. Naruto no entendía por qué se reía. Ni tampoco qué hacía Sasuke con esa
chica. Pero Sakura lo desveló:
-Soy yo, Naruto –dijo quitándose la capucha y mostrando su
color de cabello rosa natural-. Sakura.
Sasuke esbozó una pequeña sonrisa al ver la cara de Naruto.
-Anda, levanta –Sasuke le tendió la mano a Naruto.
-¿Habéis sido vosotros quienes provocabais los ruidos?
-Sí –respondió Sakura-, y Sai.
-¿No será Sai el payaso? –Naruto se arrascó la frente
recordando el golpe que le había dado.
Sakura fue rápidamente hacia el lado opuesto para
encontrarse con Sai. Naruto y Sasuke la siguieron. El pelinegro estaba en el
suelo, recostado sobre un tronco. Se levantó con dolor en el cuerpo.
-No sabía que golpearas tan fuerte, Naruto.
El rubio se rio pero dejó de hacerlo al ver la vestimenta de
Sakura y Sai.
-¿Qué hacéis así vestidos? ¿Son de alguna fiesta?
-Hoy es la noche anterior a la Noche de Muertos. ¿No lo
recuerdas, Naruto? Mañana es Halloween.
Naruto se sorprendió. No se acordaba de una de las
festividades que más le gustaba.
-Como mañana verías en las calles a los niños y niñas disfrazadas
y no te dejarías asustar tan fácilmente, lo hemos hecho hoy. Para dar paso a la
verdadera noche. ¡Sí! Primera víctima conseguida.
-Sakura-chan… No es justo.
-Ya probarás la sangre de la gente mañana.
-¿Y tú? –Naruto señaló a Sasuke-. ¿Qué haces metido en una
trampa de sustos hacia mí?
-No tenía más remedio –se excusó-. Sakura me lo pidió y
cuando dijo que vería tu cara de gato miedica no me pude negar.
Naruto suspiró pero ya estaba planeando algo para al día
siguiente. Disfraces, sustos de muerte, bromas… Rio al pensarlo.
-Y mira a Sai, Naruto –dijo Sakura-. ¿A qué le queda bien el disfraz de payaso?
-Bueno… contando que su piel ya es demasiado blanca… sí…
Sai daba bastante miedo y era extraño verlo así, pero él
tampoco había rechazado la oferta de Sakura. Sólo faltaba que asomase una de
sus antiguas sonrisas falsas y el miedo sería terror.
Los cuatro volvieron a la aldea y se fueron hacia sus casas.
Necesitaban dormir bien porque el día siguiente era Halloween y la noche sería
muy larga.
El despertar fue maligno. Naruto sacó de debajo de su cama
una caja. Tosió cuando una humareda se desprendió por toda la habitación. Sopló
y abrió la caja. Los ojos le brillaron. Allí guardaba algunos disfraces que
había utilizado años anteriores.
Se probó el primero, de esqueleto. Cuando se miró en el
espejo se desilusionó. No le quedaba nada bien. Después uno de momia pero ni
siquiera le entraba. Había crecido. Y el último se lo pudo poner pero le venía
demasiado estrecho.
-¡¿Qué puedo hacer?! –apretó los puños.
Después de varios segundos dando vueltas a la habitación
recordó el regalo que le llegó hace una semana. Fue por la mañana pero no lo
pudo abrir ya que se iba a una misión y cuando volvió no se acordó de abrirlo.
Lo guardaba en el armario.
Sacó la caja (ésta no tenía polvo) y la abrió. Se encontró
con un sobre en lo alto, y en la carta leyó: “Feliz Halloween, Naruto”. Miró quién
era el remitente pero no encontró ningún nombre. Pensó quién podía haber sido
pero no se le ocurrió nadie. Depositó el sobre en el suelo y sacó un vestido,
un disfraz. No parecía muy especial pero aun así se lo puso. Cuando se giró
para verse en el espejo él mismo se asustó. Era un buen disfraz, el mejor que
había tenido hasta la fecha: la monja. Saltó de alegría porque ya tenía el
disfraz perfecto.
Lo dejó sobre la cama, se vistió con su ropa de siempre y
salió. Al bajar las escaleras se encontró con Sakura.
-Venía a buscarte. La Hokage nos llama.
Naruto y Sakura fueron hacia la Mansión Hokage. Al entrar en
la oficina de Tsunade, vieron a Sasuke, Sai, todos los demás de los 11 de
Konoha y los cinco líderes de los equipos.
-¿Qué hacéis todos aquí? –preguntó Naruto extrañado.
-Calla y escucha –le susurró Sakura.
Los dos se pusieron a la altura de los demás y Tsunade
habló:
-Como sabréis, hoy es Halloween, una fiesta que se celebra
por todo el mundo ninja. Nosotros no seremos menos. Os he traído aquí para
encargaros, a vosotros, esta celebración. Adornaréis Konoha, hoy no será la
Villa Oculta de la Hoja, será la Villa Oculta de las Hojas Muertas. Es una misión,
una importante. No puede faltar el Túnel del Terror. Espeluznante y cadavérico,
la macabra noche que os pondrá de punta los pelos.
A Naruto se le erizó la piel, como acababa de decir
Tsunade con tono inquietante. Los 18 bien apretados asintieron. Siguieron las
indicaciones de Tsunade, Kakashi y Asuma y se pusieron manos a la obra.[continuará]